En pocos minutos mis dedos tenían
casi el mismo sabor de las uvas.
Húmedos y dulces.
Perdí la cuenta de cuantas pelé y comí.
Nunca había visto una lluvia de uvas,
pero no fue eso lo que me impresionó.
Lo que había embrujado mi atención,
era ver tanto vino corriendo por las calles
directo a los tragantes.
Hace 2 meses
1 comentario:
Donde estan esas calles??? :)
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