viernes, 9 de junio de 2023

También se puede decirle adiós

a lo que nunca se despidió.

Nos gusta dormir con lluvia

porque el sonido de fuera

ensordece el ruido de adentro.


Hay que tomarse el tiempo

para escuchar el aguacero,

siempre tiene algo qué decir.

A veces vuelvo a la memoria y visito conversaciones,

las reviso y las escucho lejanas,

sordas,

como espectador sin voz,

al que le ebullen en el pecho los argumentos.


 

Algo me tuvo que haber pasado antes de mí,

soy el daño colateral de no sé qué.

miércoles, 2 de febrero de 2022

 No todo lo que dijimos está dicho. 

Es porque el lenguaje de los ojos tiene un vocabulario extenso. 

Usted y yo somos distintos. 

Usted no sabe lo que quiere, ni yo tampoco. 

Usted ha tenido una vida enredada, y yo también. 

Usted no tiene paciencia, y yo tampoco. 

Usted cree que este mundo está mal, y yo también. 

Aún así hay algo en esa mirada. 

Me inquieta la historia que cuentan sus ojos. 

Usted es distinto a mí, puedo sentirlo.

Quédese de su lado del espejo. 


A veces nos dan las doce muy seguido. 

Como si despertáramos minutos antes, incluso de día.

A las doce pasan cosas interesantes.

Pero no siempre estamos atentos.

Hoy vi un gato atravesando techos. 

La libertad del gato se parece a ser libre del tiempo. 

viernes, 1 de octubre de 2021

 Otro Octubre


Apareció en las gradas frente a la puerta, sin hacer ruido. 

Lo noté por el siseo del viento. 

Al abrir y verlo, le dejé entrar. 

Ambos nos conocemos bien. 

Entró en silencio, curioso, no dejaba de ver a su alrededor a pesar de conocerlo todo.

Le ofrecí un café, fuerte como yo lo tomo. 

Le dije como decimos los hombres sin tanto decir, que le extrañaba. 

Me sonrió, su mirada me dibujaba un hogar sin ser un hogar. 

Su olor, el de siempre, el de todos los años, ese olor a época a la que nos queremos aferrar. 

Hacía frío, el viento y algunas hojas secas habían venido con él.

Era otro octubre. 

Le invité a quedarse todo el mes. 



Tanto que comunicar y tan poca voz.  Es que la voz de adentro a veces se apaga.  

 Tratás de ordenar lo que sentís y pensás para poder escribir, y te sale solamente un punto y aparte.

lunes, 23 de agosto de 2021


 

 La derrota en carne viva,

el fracaso con nombre y apellido,

un camino hacia ninguna parte,

una caída anticipada,

un sueño que no se logró nunca,

un incendio que a nadie le importa, 

esa penumbra que crece a todas luces,

un blanco al que todos le apuntan,

una decisión convertida en refrán,

una veta de penas,

una mina de errores,

la construcción de todo lo irrelevante,

y un dolor que gana intereses. 

martes, 17 de agosto de 2021

jueves, 2 de abril de 2020

Recuerdo el camino mientras duermo

porque algo de mí se quedó allá,

hay noches en las que llego volando,

lo sientes en el aire que se mete por tu ventana.


Escribo poco,

porque a veces

poco es tanto.
Todo eso que vivieron no los cambió,

sólo les demostró quienes eran.
Y yo la sentía llegar,

aún cuando estaba lejos,

aún cuando dejó de llegar.
Cuando ya no esté,

las cosas van a seguir igual,

tal vez nadie lo note,

pero me habré llevado

mi parte de la historia.

viernes, 27 de marzo de 2020

Rasgaduras,
que cierran
solamente
si las cose
quién las desgarró.
¨Ojalᨠviene del Árabe Law Sha´a Allah.
Significa, Si Dios quisiera.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Se quedó viviendo en mí.

Nunca supe si yo en ella.

Como esas sombras

que a veces te hablan.

Momentos,

que se quedan viviendo

en lugares.

miércoles, 19 de febrero de 2020

viernes, 14 de febrero de 2020

miércoles, 8 de enero de 2020

Tres o cuatro segundos,

no importa,

pero cuándo lo recuerdas,

lo mantienes vivo,

aunque no quieras.
Escribo de aguaceros

porque por dentro

tengo ríos desbordados.
Lo que escribo me duele sólo a mí.

miércoles, 18 de diciembre de 2019


Mi abuelo le decía a mi abuela "Chula", mirá Chulita aquí, mirá Chulita allá, ave María purísima contigo Chula, etc.  Más de cincuenta años estuvieron casados. Generalmente mi abuela era la que se le ocurrían ideas y cosas para hacer en la casa, temas entretenidos y domésticos, de todo, pequeñas construcciones y arreglos de la casa etc, era bastante entretenido y divertido, yo crecí con ellos.  

Recuerdo esa vez que me desperté escuchando martillazos en el jardín, sonidos de tablas arrastrándose, era mi abuelo construyendo algo, viva imagen del coyote construyendo una trampa para atrapar al correcaminos, algo bastante similar.  Se trataba del nuevo proyecto ideado por mi abuela, previamente dibujado a lápiz y a mano alzada sobre un papel a líneas algo amarillento.  La escalera estaba reclinada sobre el balcón que daba a la sala de estar, y se veían los dos pies de mi abuelo en el último escalón. Era una de las pocas veces que mi abuelo subía tan alto para martillar algo, solamente lo solía hacer para podar la bouganvilia, pero eso era a cada dos o tres meses, y a mi juicio, aquello era mucho más arriesgado. 

En fin, recuerdo haber visto la escena, pero preferí primero entrar a la cocina a saludar a la abuela y a la tía cuándo escuché el golpe.  Fue un golpe seco, sin rebote, se escucharon romperse las ramitas del naranjal y del duraznal. Al instante todos volteamos hacia el balcón, y vimos la escalera de madera tirada hacia la derecha, no había señales de mi abuelo y se veía el desgaje de ramas y la falta de hojas que dibujaban abstractamente una ampliación en su follaje. Las corrientes eléctricas que nos impulsaron a salir corriendo a ver si el abuelo se encontraba bien, no fueron tan rápidas como la puerta de la sala cuándo se abrió de golpe, y el susto o la sorpresa, más que de la caída, de ver al abuelo raspado y enojado, "Chulaaa ya estoy harto de estos proyectos pendejos que me ponés a construir, por poco me mato, ya no quiero saber nada de este palomar que me pusiste a armar”. 

No sé cómo hice para no reírme, sentía una bomba de carcajadas contenida en mi interior.  La abuela y la tía se llevaron del brazo al abuelo para sentarlo en el sillón y curarle los raspones. Le dieron un vaso de agua con azúcar por "el susto". Mi abuelo era un hombre duro, delgado, necio también, y por suerte, salió practicamente ileso. 
Unos días después, el palomar estaba terminado, hecho de madera con retazos de tablas, era bastante pintoresco, clavado sobre la pared y amarrado con alambre en el balcón.  

Fue el mismo abuelo quién días después llegó sonriente esa tarde del mercado, iba contento, llevaba dos parejas de pichones en una canasta de mimbre. Aquel atropellado proyecto, sería su nuevo hogar y también, la nueva atracción de la casa de la Chula.

jueves, 3 de octubre de 2019

Cuándo la luna se despierta,

a veces me vuelvo jaguar,

en las noches que te encuentro, 

te recorro toda, 

andamos por barrancos,

cruzamos lagunas, 

y acostados en la hierba

nos contamos historias, 

pero no nos entendemos, 

porque en esos sueños, 

somos siempre otro idioma. 
Llueve

y se calma la sed

del animal que llevamos dentro.
Por las noches sigo tu rastro,

entre sombra y jaguar,

soy sólo una mancha que te sigue,

camino entre tus sueños,

corro por pasados, por épocas,

me guío por tu olor, por como sonaba tu risa,

entre la hojarasca voy buscando recuerdos,

bajo la luz de la luna.



-¿Por qué escribís así de esa manera? escribir así no es escribir.
-Escribo así porque me sale.
Se apagó la chimenea.

Empezó a hacer frío.

La lámina titiritaba con la lluvia.

Era de madrugada.

Había llegado septiembre.

martes, 17 de septiembre de 2019

Hablo mucho de las nubes

porque una vez probé una,

y tal vez un día también

me vaya subido en una.
Contame tus penas

-Para qué querés que te las cuente

Te puedo ayudar

-A qué me vas a ayudar

Por lo menos a ordenarlas
Ese último abrazo fue como el primero,

pero no sabíamos que era el último.
Tronó el cielo una tarde,

cayó un rayo aquí cerca,

recuerdo que lo vi de color verde,

no sé si es porque uso lentes

o porque había tomado vino,

tal vez fue porque esa vez

sentía esperanza.


Las nubes saben la verdad,

y no es porque estén arriba viéndolo todo,

sino porque son nubes.
Cuándo te vi

supe que tú ya me habías visto,

pero también supe,

que no sentiste lo mismo que yo.

Tus ojos lo dijeron.
Piel de aguacero,

petricor,

sudor que me hidrata el alma.
Apaga las luces porque no te encuentro.
Todos esos ojalás no están tan lejos,

se han ido a dar una vuelta,

y se quedaron abriendo la boca en el camino.
Toma,

son tus flechas rotas,

hazte una fogata.

martes, 27 de agosto de 2019

Estaban lejos. Lejísimos. Los separaba la historia que una vez vivieron.

lunes, 12 de agosto de 2019

Los que no sabemos olvidar

somos como esos niños,

que se tienen agarrados del pelo,

y se dicen entre dientes,

"si me soltás, te suelto".

Me quedé con unas palabras nuevas,

nunca se las di,

las mantuve guardadas,

pasó el tiempo,

y ahora ya vencieron.
Un día me voy a dar la vuelta tan rápido,

que voy a agarrar a mi sombra viéndome de frente.
Provocarme sería como somatar un panal sin avispas,

me fui, perdí las ganas de picarte.
-Rascame por favor...
-Volteate pues...
-Aquí ve... allí abajito
-¿Aquí?
-No, más abajo,
-¿Allí?
-Allí, a un lado, a un ladito....
-¿Aquí?
-Sí, más a la derecha,
-...
-Allí mero, dale, rascá duro.
Si ustedes dos se alejan, no se van a volver a juntar nunca. 
Eso me decía el espejo, y yo le creía. 
Cantaba en el alambre,

cantaba como si algo le doliera,

el pajarito estaba solo,

y en sus plumitas se miraba

la huella del viento.
Se había estado aguantando la gana,

hasta ese día cuándo la encontró en el mercado,

se acercó para soltarle lo que sentía,

pero aquellos ojos lo volvieron tartamudo.
Tirando piedras al lago

se nos cruza aquel pensamiento,

que también estaría bueno

tomar el lugar de alguna de las piedras.
Era extraño, nunca lo había visto.

El animal lo veía fijamente.

Ninguno se movía, estaban tensos,

viéndose el uno al otro,

como esperando algo.

viernes, 24 de mayo de 2019

Regalo


A los tres días de haberse ido, un gato apareció en la casa.


No se supo de dónde.


De alguna forma estaba ocupando el lugar que había quedado vacío.


En sus ojos se veía la nostalgia, raro en un animal, parecía que también extrañaba a quién había muerto.


El gato se llegó a regalar.



@palabrassiere

lunes, 18 de marzo de 2019

Apendobillum


-Está justo atrás del páncreas, es muy delgado, tan delgado como una moneda, hasta hace poco la ciencia no lo había sabido distinguir, ni reconocer, pero con la tecnología que hay ahora, acaba de ser descubierto por científicos suizos, y ahora tenemos mucha más luz en medicina y anatomía, y es justo allí, en ese nuevo órgano dónde está su dolencia mi estimado, esa sensación que dice usted tener reside allí, sin equivocación alguna, y temo decirle que no hay cura para lo que siente. 

-¿No hay cura? ¿por lo menos un tratamiento? ¿algún medicamento?… ¿está seguro que lo que siento me lo provoca ese nuevo órgano?

-Totalmente mi estimado, eso sí, es de mis primeros pacientes en los que se manifiesta este síntoma, pero vea la radiografía, es esta minúscula mancha de aquí…sí, justo aquí, ¿la ve? aquí dónde tengo la punta del lápiz… ¿ya?

-Sí, la veo, es diminuta, pero cómo es posible que algo tan pequeño…

-Casualidades e ironías de la vida Mario, pero seamos claros, el único procedimiento que puedo recomendarle debido a su situación, es una operación, es necesario sacarlo si quiere librarse de lo que siente...

-¿Extirpar el órgano? ¿Operación láser o tradicional?

-Sacarlo por completo, hay que abrir de forma tradicional. 

-¿Y las consecuencias? 

-Mire, no puedo darle un diagnóstico claro y amplio, porque no hay muchos casos como el suyo, recuerde que el Apendobillum regula una gran parte psicosomática de nuestra personalidad, por ilógico que le parezca, ese pequeño órgano es la diferencia entre un sí o un no, es la diferencia entre amar o querer, es la diferencia de nuestras elecciones subconscientes, ya que como le vuelvo a repetir, y tal como lo revelan los estudios, el Apendobillum tiene una conección nerviosa directa con el cerebelo, es todo un misterio para la ciencia aún, es por eso que hay personas que nunca se casan y son felices, otras se van a viajar solas por el mundo y dejan todo atrás, otros no necesitan amigos, personas que no tienen necesidad de un vínculo social, etc, etc, recuerde Mario que cada persona es distinta y eso se manifiesta de diferente forma. 

-Ya comprendo, creo que sí necesito tiempo para pensarlo Doctor, y pues, evaluar si en realidad prefiero seguir con esta sensación de no pertenecer a nada, ni a nadie, o someterme a la operación y tratar de encajar en la vida social que nunca he tenido...pero entiendo que no es normal. …Bueno…gracias por todo Doctor…Todavía no puedo creer lo del Apendobillum…. 

-Mire Mario, esa decisión es sólo suya, igualmente ha vivido ya muchos años con esa condición y así ha sobrevivido, siempre solo claro está, y a su manera, pero vive y puede decirse que si es capaz de ignorar esa sensación de vacío va a ser feliz a su modo, así que solamente usted puede evaluar si puede manejar la situación, y si cree que puede, puede seguir viviendo su vida sin la operación. 

-Gracias Doctor, necesito tiempo para pensarlo, me comunicaré con usted. 

-El que quiera, gracias por venir y cuídese mucho Mario, gusto de verlo. 


@Palabrassiere

viernes, 4 de enero de 2019

Volveré a ti el día que logres contar la llovizna que moja tu cabello.
O tal vez cuándo sea demasiado tarde.
El calor de verano te pasa la lengua en el oído,
y a veces escuchas cosas.
Yo sin ti soy algo.
Contigo menos.
Pasa el tiempo.
Los recuerdos van tomando vida propia.
Van modificando lo que fueron.
Un día son otros.
Y te preguntan cosas.

viernes, 27 de julio de 2018

Hay nubes que ya nos conocen,

saben que las vemos,

y aunque sean pasajeras

se les queda quienes somos.


Un pajarito en el alambre no deja de verme,

no me quita el ojito de encima.

Si me levanto se irá volando,

mejor lo sigo contemplando,

lo prefiero lejos y no invisible.
Tú no estás sola,

cuándo te sueño

estás rodeada de mí.


En el camino todo cambia de tamaño,

cuándo empiezas a recorrerlo el destino se ve chiquito,

y cuándo llegas,

volteas y el pasado se ve chiquito.
Nadie tiene la última palabra,

no aparece,

o no se deja mencionar.
Tú hacia un lado,

y yo al otro,

nos dimos la espalda

y nunca nos la rascamos.


jueves, 26 de julio de 2018

Cojeando ha llegado a todos lados, 

no es de nadie ni de ningún lado, 

el chucho sin dueño camina sin rumbo, 

porque su rumbo es andar, sus ojos buscan caridad,

su olfato busca un día más, 

al chucho se lo lleva la gran puta, 

él sólo es un ciudadano incomprendido más.

lunes, 26 de junio de 2017

jueves, 11 de mayo de 2017

Adiós



Rojas, pesadas, calientes, caen sobre el concreto.

Es la primera vez que me pasa, no se siente nada, 
no parece gran cosa. 

Las escucho caer, golpear el sueldo, explotar en otras más pequeñas. 

Es la hora del sudor frío, del temblor, es la lluvia roja, 
las gotas no paran. 

Las rodillas se doblan y chocan contra el piso queriendo hundirse en el.  

Cámara lenta, suavidad, espectadores en off, las miradas,
los gritos, el horizonte se está cayendo, ya nada importa. 

La vista al cielo, un último recuerdo, un último vistazo, su rostro, 
su voz, aquel día. 

La mirada cae, también choca, el aire se me escapa y corre una lágrima 
vagabunda buscando un último destino, es la última, estoy seguro.

Todo empieza a oscurecerse, las voces se disipan, se hacen inaudibles,
el ruido cesa.  

A lo lejos, parpadean luces de colores. 



@palabrassiere

miércoles, 29 de marzo de 2017

El frío del metal del revólver Colt de su difunto esposo 
era lo único que podía calentarle el alma en esos oscuros instantes. 

El sonido era como de pezuñas, clac, clac, clac-clac, 
las pisadas eran lentas y pesadas, se escuchaban como al acecho.  

La lámina era de metal y parecía estar aguantando un peso considerable,
la cosa se había movido sobre la esquina de la habitación, y para ese entonces, 
la Señora llevaba ya casi quince minutos sobresaltada en la cama, en silencio, 
observando en la oscuridad, conteniendo su respiración y tratando 
de descifrar la naturaleza de la bestia.

Las gotas de sudor frío colgando en su quijada brillaban en la tenue luz 
que se colaba por la ventana. Solamente el cristal separaba la densa selva 
del interior de su habitación. La cosa se movió al centro del techo, 
las pezuñas o las garras empezaron a rascar, tratando de cavar un agujero 
en el metal galvanizado para atravesarlo.  El sonido se hizo insoportable 
y estridente, entonces en medio del pánico y en un acto de supervivencia decidió 
delatarse encendiendo la luz para enfrentarse incluso al  mismísimo demonio. 

La lámina estaba hundiéndose, el peso empezó a vencer la dureza del metal, 
ella apuntó el cañón hacia la cosa y disparó varias veces, clac, clac, clac-clac, 
maldita sea,  el revólver estaba vacío, le habían sacado las balas por su seguridad. 

jueves, 16 de marzo de 2017

Pegado a la piel

Y allí venía otra vez, del otro lado de la acera, con ese sublime sonido de tacones livianos, voluptuosa, inmaculada, como una epifanía, como el sol saliendo en la región más helada del ártico, ella, singularmente ella, y yo, observándola, ajustándome los lentes, como un completo despojo de la civilización occidental. 

Cassia, un nombre demasiado celestial como para ser real. Era hija de una hermosa italiana de Sardegna y un croata canoso de ojos azules, con rasgos duros y poco amigables, una especie de super soldado de antaño. Sabía todo esto de vista, y también porque lo había confirmado un día en el que tuve la oportunidad de tomar un expreso doble en el café del centro con una de las mejores amigas de su hermana pequeña.

Volviendo al tema de los tacones livianos, allí estaba yo, observándola, podría jurar que a pesar de sus aproximados 1.75 de altura, no pesaba más de unos 55 kilos, lo calculo por el sonido de su tacones. Su cuerpo, atlético, cabello liso castaño, recogido en cola, ojos rasgados, oscuros, seguramente por los genes de su señora madre, todo una diosa italo croata. Deberé tal vez llevarle unos diez años, no creo que más pensé.

Cruzó la acera y se dirigió hacia dónde yo me encontraba, los metros iban desapareciendo entre nosotros, el sonido de sus tacones cada vez más claro. Levantó la vista y me vio a los ojos de una forma directa pero cotidiana. De pronto, una de mis manos entró en rebelión y se desató una especie de insurrección animal, mi mano derecha cobró autonomía y como con ojos propios buscó mi dedo anular izquierdo, tomó mi anillo de matrimonio y empezó a darle de tirones disimulada pero salvajemente. Sal, suelta ese dedo, te arrancaré con todo y piel si es necesario pedazo de oro viejo. 

Imposible, mi mano derecha desistió, un anillo de tantos años no sale tan fácil, y menos con el calor del forcejeo, es inútil debió haber pensado mi mano, luego de una abrupta resignación ante el cese de la fuerza bruta. 
Era la primera vez en muchos años que trataba de quitarme mi anillo como reacción súbita e infantil ante la oportunidad de conocer una mujer que se cruzaba frente a mis narices. 

Cassia por fin llegó frente a mí, directa, decidida, con un aire perfumado y me sonrió diciendo, "Un periódico por favor", se lo di, sin más, mecánicamente, y le dije que era cortesía del puesto de revistas, lo cuál le pareció extraño pero aceptable, me sonrió y desapareció con el periódico dominical así como había llegado.  

Al llegar a casa, me sentí un hombre vil, me sentí un traidor por mi reacción. Me serví un whisky doble y fui al cuarto de baño a enjabonarme las manos para tratar de sacarme el anillo. No pude, el anillo se había abrazado a mi dedo, como quién no quiere soltar un amor, como quién se abraza a la vida, y es que es un anillo que no me quito desde hace ocho años, desde aquel desafortunado día que me cortó la vida en dos, cuando murió mi esposa en el maldito accidente.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Las Nubes del Padre


"Nunca he podido y no sé si podré saber algún día, a ciencia cierta, el detalle exacto, real y desenmascarado de la intervención tecnológica divina en los relatos que nos describe la Biblia", dijo Mark, Mark algo, un apellido raro, no lo recuerdo bien, era viernes y estábamos bebiendo. Me dijo que era un ingeniero físico y doctor en teología de alguna universidad que no viene al caso, pero que yo había tenido la extraña suerte de conocer en uno de mis bares cotidianos aquella noche de tragos de fin de mes. 

"La nube que cuidaba al pueblo de Israel en el desierto en su escape de Egipto, la nube en la que apareció Dios en el desierto, la nube en la que ascendió Jesucristo al cielo, la nube de Apocalipsis donde aparece Yahvé, las nubes en las cuáles serán arrebatados los vencedores a los cielos, etc, las nubes son la clave, son los taxis del cielo, sus naves, algunos de los ángeles de Dios usan tecnología para moverse" dijo Mark, quién estaba en el momento cumbre de su informal exposición en la barra del bar.  No recuerdo bien qué más dijo porque yo tenía mi atención mayormente centrada en el escrutinio disimulado de la sobriedad de aquel singular bebedor, sin embargo no dejaba de interesarme en el tema de las aerolíneas de Yahvé, pero para ese entonces habíamos pedido ya otro pichel más de cerveza oscura tipo bock, y Mark, el teólogo cervecero, parecía irse perdiendo con cada sorbo en un monólogo cada vez menos objetivo en medio del ensordecedor lugar. 

Las horas fueron pasando, yo ya no estaba disfrutando la música y llegué al punto etílico en el que supe que era suficiente por esa noche, entonces me levanté, le agradecí y le estreché la mano, y conforme fui saliendo, empecé a darme cuenta que era la primera vez en diez o doce años que tengo de visitar Bierstube (así se llama el bar), que me encuentro con una personalidad del calibre de Mark.  De hecho pensé, este alemán habla español perfecto, viene a la barra, se bebe cinco o seis tarros conmigo, se le desata la lengua en hablar cosas mágicas, interesantes, interesantísimas incluso, y aún más reales de lo que mi ebriedad hubiese podido permitir, y por si la charla hubiese sido poca cosa, me paga la cuenta, no sé, aquella fue una de esas noches en las que salgo contento de un bar, meditando en las palabras de un extraño y estando todavía más seguro de mi fe.

@palabrassiere

miércoles, 8 de febrero de 2017

Ser como las semillas, 

que aunque las hundan en la tierra, 

un día se levantan y crecen 

queriendo alcanzar el cielo.
Darle la bienvenida a lo que ya no está, 

como huésped de la memoria, 

como recuerdo a prueba de tiempo.
No te puedes negar a bailar con la vida, 

aunque no sepas bailar, 

aunque la vida no sepa bailar.

martes, 31 de enero de 2017

Ser como las semillas, 

que aunque las hundan en la tierra, 

un día se levantan y crecen 

queriendo alcanzar el cielo.
Escribo textos. Algunos se van volando. Unos caen a tierra, como semillas. Y otros se pudren.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Hay personas 

como cubitos de hielo,

cuando las sostienes

se derriten

y te queman los dedos. 
Su voz se hizo chiquita,

se fue volando

o se la llevó el viento.
Cuando te pienso,

eres una nube

que se va,

se aleja,

y en la lejanía

llueve.


Dos pares de ojos

Tu nombre

es algo que voy a guardar

para algún día

cuando la noche

sea muy oscura.
Hemos caminado

por caminos solitarios

y así hemos alcanzado nuestro destino

la nada.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Esa vez

dejamos de lado el beso,

nos despedimos dándonos la mano,

para que algo de nuestras líneas de la vida

quedara en la mano del otro. 
Y si te vieras desde aquí,

pareces posible,

diminuta,

cabes en mi mano.
Las líneas a contra luz de tu cadera

forman caminos, 

cerros y montañas

que mis dedos quieren caminar.

viernes, 28 de octubre de 2016

Me he sentado en el suelo

y he dejado la puerta abierta,

en este tiempo que queda

quiero ver si la vida entra

o sale.



Volví a escribir,

se siente como volver a sentir

un olor que uno no puede olvidar.
Hoyos, 

en nuestro camino,

hasta en el alma,

se llenan de lluvia

y reflejan el cielo.

Vencido,

contemplando desde el fondo

las últimas luces en la superficie

de las naves que se marchan.




martes, 25 de octubre de 2016

Sé que estás, 

lo sé por tu silencio. 

También lo sé 

porque yo haría lo mismo, 

tratar irremediablemente 

de no estar. 


miércoles, 30 de marzo de 2016

Si eres feliz perdiendo el tiempo, no lo estás perdiendo.


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martes, 1 de diciembre de 2015

Fue un ayer borroso,
confuso más bien,
lo veo bajo esa tenue luz,
típica del recuerdo
que hace al pasado
un poco más intenso.
El brillo en los ojos,
ese especial brillo,
me rehuso a aceptar
que sólo es el reflejo 
de la luz. 

El tratar de entender el ayer 
no sirve para borrar
el proceso.

El tiempo no borra
la cercanía, el aliento,
el beso, la lengua dulce,
y la irremediable caída
hacia el vacío profundo
de los ojos.
Recordamos procesos.
No hay tiempo que se pueda
llevar lo que se construyó
para ser eterno.
Cómo algo tan efímero, tan lejano,
puede durar para siempre.
Hoy sé que el ayer
es en realidad
nuestra chica inconquistable.
La chica de ayer.



lunes, 31 de agosto de 2015


-Sí, la que titila más fuerte, de color rosa, esa también es tuya. 

-¿Esa?

-Sí, esa. 

-Van tres. 

-Es la última de hoy, mañana te daré más. 

-¿Habiendo tantas, por qué sólo me haz dedicado tres?

-Para que nos alcancen para nuestros nietos. 


Están los que demuestran su amor contando su pasado, y están los otros, que demuestran su amor quedándose después de escucharlo todo.

martes, 11 de agosto de 2015

Aquí cayendo, 

desviviéndome por morir, 

como contagiado de esas muertes urgidas, 

a punto de bendecir el suelo con mis desgracias, 

cayendo para empezar a ser paz,

y convertirme en otro de esos olvidos indiferentes

que al irse dejan la puerta abierta 

y alguno de esos epitafios 

de tres palabras. 

miércoles, 27 de mayo de 2015

Cayendo


Se trata de vivir, como si la vida viniese con el combustible. 

Hablar de movimiento, cuando no estás cayendo. 

Siendo desastre nos ha ido mejor, nos hemos hecho menos anónimos. 

Levantarse, esa utopía con la que juegan los vivos. 

He estado en tus zapatos, pero me topan los dedos. 

Hablan de hacer camino al andar, pero no tienen pies. 

Esperamos con ansias el fin, para estrellarnos en paz. 

Suenas como si estuvieses esperando algo, un final, tal vez un principio. 

Nuestras palabras son pesadas, para evitar la fuerza del viento. 

Hablas de fuerza, pero ya sólo me queda la gravedad.

Caer, ese acto, no es tan malo, llega a ser hasta descarado. 

Rodillas rotas, sangre en el rostro, polvo, gotas de sudor. 

Caer es ser parte del camino, abrazarlo. 

Qué tal si caemos de antemano, que nuestra meta sea tropezar, 

tal vez así la meta se nos estrelle en el pecho.