lunes, 31 de enero de 2011

En tus horas malditas me rajas la lengua,
me escupes con sabor de tinto tibio,
con tu mirada de fuego,
con esas erupciones de decibeles a borbotones,
con aplausos de muertos,
con furia iracunda,
con penas prestadas,
con maldiciones modernas,
con saltos de tiempo,
con cachetes rojos,
con desprecio en los ojos,
con la boca sin candado,
con la esperanza violada,
con mariposas sin alas,
con brazas en los párpados,
con pedradas en la cara,
con deseos desesperados,
pero sin cuerpo para saciarlos.
Hoy sé que me pensanste,
lo sé porque de pronto me quedé sin entrañas.
Se fue lo malo y quedó lo bueno.
Pero es todo lo bueno y no tus hechizos
lo que me está quemando por dentro.

viernes, 28 de enero de 2011

Fuego distante, a veces presente. Cenizas en la cama que se deja. Una oración en vano, un deseo sin descubrir, un adiós antes de tiempo.

jueves, 27 de enero de 2011

La soledad se volvió su amante.

La noche su testigo.

Se dicen de él muchas cosas.

La menos importante es que no tiene alma.

Encontró la forma de dejar de vivir sin existir,

de morir con los ojos abiertos.

miércoles, 26 de enero de 2011

Poco a poco nos vamos convirtiéndo en nada. Nos quedamos regados en el camino, tirados entre el monte. Los aluxes fueron los que avisaron. No nos encontraron a todos. Venimos con la lluvia y quedamos en el camino como piedras. La correntada nos llevó al río. Allí moramos ahora, esperando unos ojos que nos encuentren, para no seguir viviendo ahogados mientras se nos alisa el cuerpo.

martes, 25 de enero de 2011

En fin,
así es la cosa,
al final quedo yo,
siempre yo.

Amontonado como escombros,
tirado entre el piedrín que queda
al romper las palabras que me tiran.

Desperdigado como maíz
sin haber sido sembrado,
justo para que me harten
los jodidos zanates.
Hoy volví. Todo igual, una lata tirada donde siempre, la caja de kleenex sin usar nunca. El olor a café frío, una botella vacía de vino que rueda en la parte trasera del asiento. Algo de dolor en la espalda, vista cansada, el pelo más largo. Todo igual, pero esta vez, equipado con un corazón de mil caballos de fuerza, de diez mil revoluciones por minuto, inyectado, y por supuesto, libre de emisiones dañinas y estupideces.

viernes, 21 de enero de 2011

Tengo la boca llena de olvido.
Tanta ilusión ya no me deja ver.
Me sobra la tinta.
Allí estás otra vez, decifrando mis latidos.
No sé si puedas escuchar, yo ya no lo escucho.
Ya no lo siento. Sabe a tierra todo esto.
He estado en la tierra muchas veces.
Sería un crimen si trato de levantarme ahora.
No se necesitan conclusiones.
Deseo una piel tibia latiendo sobre mí.
Vivir otro tipo de ironías ya no molesta tanto,
aún si volviera a sentirme superado.

jueves, 20 de enero de 2011

Las gotas corren por mi cuello,
por mis brazos, por mis manos y piernas.
Ese color tibio se siente tan conocido.
Ocho sentidos que me llevan más allá
de toda percepción. Una voz que pensé
no existía. Palabras que se rehusan a salir
de mi lápiz. Un adiós sin la primera letra.
Una ilusión vana, demasiado humana.
Una sonrisa a medias. Mucho tiempo
por delante, demasiadas preguntas
para una sola respuesta.
Entonces así nos deshicimos.
Los cuerpos apolillados tendidos
en la mesa sobre cartas a lápiz.
Masticados por nuestras propias bocas,
desterrados del círculo de vicios irrompibles.
Con medio alfabeto atorado en la garganta,
nos morimos desnudos, soñando sueños inútiles,
en un lugar equivocado, con ideales equivocados,
dándonos en consignación al puto olvido.

miércoles, 19 de enero de 2011

El pensamiento es positivo,
la realidad es la negativa.
Arde hasta que se olvida, como una quemada, recuerdos ilusos al fin. Conté cinco cuerpos, pero en realidad se que fueron muchos más. He logrado desarrollar ocho sentidos, el pensamiento es uno de ellos. Así vamos a dejar esto, sin explicaciones, sin demostraciones, sin luces y chispas, con soluciones utópicas ya gastadas, con ganas de evitarlo todo y sin ganas de aceptar nada. Quedémonos pensando en las sombras naranja que atraviezan paredes, en esas que a veces nos seguían, y que no emanaban de una casa sino de un corazón, en esos fantasmas que temblaban de miedo cada vez que volvía.

martes, 18 de enero de 2011

Pase lo que pase, voy a conservar mis poderes celestiales para transportarme a otra dimensión, para vivir en el surrealismo, para encontrar el camino a mi mundo secreto, para dejar mi cuerpo y mi mente en dos planetas distintos.
Así es como nos posee la insensibilidad, nos toma, pasa su lengua por nuestro cuerpo, se sacia, nos deja con paz indiferente, nos deja con la conciencia de un rompecabezas amorfo, con un cuerpo maltratado y las manos congeladas. Quedan los ojos cansados y los pies con las plantas heridas. Nos movemos sin querer abrir los ojos por un camino que conduce a un fin inevitable. Un fin quién sabe donde y con quién. Que importa si hay un fin.

lunes, 17 de enero de 2011

Terminamos de rodillas.
La luna cubrió la escena.
No sabemos como pararnos.
Esta vez quedamos solos.
A la distancia, la vida.
Aquí cerca, la muerte, el olvido.
Palpita en vano, ya se ha ido.
El sabor de boca queda, la experiencia es confusa.
Algo duele en algún lado, ya no sabemos distinguir donde.
Somos lo que somos, sombras, recuerdos, historias fugaces.

viernes, 14 de enero de 2011

Así se nos va el mundo, sucio y con un pasado de mierda, tal y como vino. La fe sigue siendo fe, pero sabe distinto. La cerveza siempre sabe igual. El ácido se nos sale de la cabeza, nubla y corroe las hojas con nuestros garabatos inútiles, palabras sin sentido, sin forma. Empezamos a conocer el sabor a podrido. La maldita rutina, las horas en la calle, los rostros sin nombre, las ganas de no haber sentido.

jueves, 13 de enero de 2011

No era un príncipe azúl, ni un caballero, mucho menos era un hombre perfecto. El infeliz desconocido era únicamente el verdadero amor de alguien.
Le arranqué la voz,
se la quité con mis manos frías,
manos hartas del frío.

Me la tomé por los oídos,
la guardé en mi sangre,
traté de construirme palabras,
palabras que devolvieran mi vida.

Irreconocibles como piedras perdidas,
alucinando sin su significado,
entre rosas marchitas,
entre calambres de pecho,
tal cuál como fui advertido.

miércoles, 12 de enero de 2011

Marcados en nuestras espaldas,
escondidos en nuestro pecho,
así estamos pasando el tiempo,
respirando uno a la vez,
convirtiéndonos en polvo,
como libros olvidados,
tal como lo imaginamos.
Y así las cosas se olvidan, como arena que lleva el viento y se nos mete en los ojos, se olvidan como el suspiro que queda al llorar de rodillas en una tierra lejana, como jurar en nombre de razones inevitables, como morir antes de cumplir esos distantes juramentos.

martes, 11 de enero de 2011

Saltan las frases y al cobrar sentido se estrellan. Cayendo en el aire se unen y juntas terminan con su vida. Su significado queda allá abajo regado por todas partes.
Allí donde los sueños nacen
te encontré escondida en un cascarón hecho de perla.
Sin palabras, en silencio, sola con el brillo de tus ojos
y con una carta en blanco que un día cobrará vida
con tu propio puño y letra.
Se supone que así son los sueños, volátiles, como gas en el viento.
Así me pasan encima las horas, así los días me siguen quedando prestados.
Esas ganas de humedad entregada en silencio, esas dedos pasando por mi espalda.
Se ve borroso como el sueño que está por desaparecer, un olor que pudo volver a la vida.
No tiene caso enfermarse en la habitación iluminada de las razones,
es mejor hacerlo afuera, a la luz del sol, morir esperando ese aliento de mujer propia.
Desintegrarse entre sombras del medio día, entre humo de cigarro,
desaparecer como letras dibujadas por el dedo de un ciego en el aire
y no regresar jamás.

lunes, 10 de enero de 2011

Recuerdo que apareciste como la lluvia, sentí tu olor a tierra mojada, olor a mujer mojada en sudor. Me revuelco en las mismas canciones gastadas de siempre, siento que me hacen más caliente y más frío. Deliro por verte como enrredadera sin espinas aferrándote a mi cuerpo, quitándome la vida deliciosamente en nuestra oscuridad ardiente, hasta que solo nos quede la respiración agitada.

viernes, 7 de enero de 2011

Cuando los últimos minutos se consumieron, ella reaccionó.
Pero él ya se había ido, había saltado al vacío sin voltear atrás
con una nota que nunca dejó bajo la puerta tatuada en el pecho.