martes, 27 de agosto de 2019

Estaban lejos. Lejísimos. Los separaba la historia que una vez vivieron.

lunes, 12 de agosto de 2019

Los que no sabemos olvidar

somos como esos niños,

que se tienen agarrados del pelo,

y se dicen entre dientes,

"si me soltás, te suelto".

Me quedé con unas palabras nuevas,

nunca se las di,

las mantuve guardadas,

pasó el tiempo,

y ahora ya vencieron.
Un día me voy a dar la vuelta tan rápido,

que voy a agarrar a mi sombra viéndome de frente.
Provocarme sería como somatar un panal sin avispas,

me fui, perdí las ganas de picarte.
-Rascame por favor...
-Volteate pues...
-Aquí ve... allí abajito
-¿Aquí?
-No, más abajo,
-¿Allí?
-Allí, a un lado, a un ladito....
-¿Aquí?
-Sí, más a la derecha,
-...
-Allí mero, dale, rascá duro.
Si ustedes dos se alejan, no se van a volver a juntar nunca. 
Eso me decía el espejo, y yo le creía. 
Cantaba en el alambre,

cantaba como si algo le doliera,

el pajarito estaba solo,

y en sus plumitas se miraba

la huella del viento.
Se había estado aguantando la gana,

hasta ese día cuándo la encontró en el mercado,

se acercó para soltarle lo que sentía,

pero aquellos ojos lo volvieron tartamudo.
Tirando piedras al lago

se nos cruza aquel pensamiento,

que también estaría bueno

tomar el lugar de alguna de las piedras.
Era extraño, nunca lo había visto.

El animal lo veía fijamente.

Ninguno se movía, estaban tensos,

viéndose el uno al otro,

como esperando algo.