martes, 11 de enero de 2011

Se supone que así son los sueños, volátiles, como gas en el viento.
Así me pasan encima las horas, así los días me siguen quedando prestados.
Esas ganas de humedad entregada en silencio, esas dedos pasando por mi espalda.
Se ve borroso como el sueño que está por desaparecer, un olor que pudo volver a la vida.
No tiene caso enfermarse en la habitación iluminada de las razones,
es mejor hacerlo afuera, a la luz del sol, morir esperando ese aliento de mujer propia.
Desintegrarse entre sombras del medio día, entre humo de cigarro,
desaparecer como letras dibujadas por el dedo de un ciego en el aire
y no regresar jamás.

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