Apretaba con fuerza y empujaba violentamente el cuchillo,
la punta plateada había desaparecido ya en mi piel.
Mis músculos agotados aún evitaban a medias todo el metal,
pero ya había un aguacero de goterones rojos escribiendo
una última historia sobre el concreto.
Sus brazos fríos y oscuros estaban venciéndome
con mi propia fuerza encarnada en la silueta de mi cuerpo.
Yo seguía resistiendo, seguía deseando poder vencerme a mi mismo,
pero ya estaba perdiendo.
Mi sombra había decidio acabar conmigo, y lo estaba logrando
segundo a segundo.
Hace 3 meses
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