Se fueron esas luces, se me fueron apagando, huyeron.
La poza de mi sangre aún caliente, todavía reconfortando mi espalda.
Tu voz, tu voz haciéndose inaudible mientras me elevo.
El dolor se escondió, desapareció entre tantas gotas rojas.
Así empezó todo y así terminó, volví al frío del cielo,
y allí me quedé, buscándote mientras se resolvía mi caso.
Hace 3 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario