miércoles, 1 de septiembre de 2010

Murió de noche y resucitó de día

Así como llegó, así germinó, y después de un tiempo desapareció.

Se llevó su esperanza enjaulada,
se llevó la mitad de la historia sin escribir,
se llevó la luz que se encuentra sólo en la más profunda oscuridad,
se llevó esas palabras dichosas que hubiesen transformado su vida.

Se fué con la mente dividida y la intuición desgastada,
se olvidó de sí mismo y cayó al vacío ardiendo en dudas,
cayó dejando una estela viva de chispas y sueños,
dejando un rastro de deseos y penas, de olvidos y recuerdos,
de risas y lágrimas, de nombres y cartas.

Cayó a la oscuridad del silencio,
donde las esperanzas de hacen más vanas y constantes,
se fué con el deseo insaciable de entregarse a ojos cerrados
a aquella voz suave que no pudo distinguir y dejó escapar.

Cayó esperando volver algún día,
esperando poder resurgir con sus alas de pájaro jaguar,
para volver a pronunciar con sus labios,
que su naturaleza siempre será morir de noche y resucitar de día.

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