Aquí estoy, recostado en los mil jardines
que después de tantos años aún guardan mi magia,
tendido, viviendo las consecuencias del ayer,
del hoy y esperando las del mañana,
tratando de sobrevivir en esta película
que me convirtió en un desconocido.
Los rayos de luz se filtran entre la hojas besándome el cuerpo,
en el suelo, las sombras y luces dibujan rostros,
rostros que no me están viendo a mí, simplemente están allí,
en su mejor momento, en su inmortalidad.
Sus formas se pegan a mi piel, me huelen como adorándome,
como si fuera un dios mortal que no tiene sentido ni poder,
repiten mi nombre, se cobijan bajo mi vibración y luego se van.
El humo que sube también dibuja visiones
que duran menos de un segundo,
se quedan entre las hojas,
cambiando entre sombras y siluetas,
y poco a poco se disuelven porque siempre han sido humo.
Exhalo y se repite la escena, una y otra vez,
todo sigue en calma, no hay prisa,
sólo estamos mi historia desarmada y yo,
en el camino que nunca pensé recorrer,
en medio del humo, en medio de la luz y la sombra,
logrando una metamorfosis voluntaria hacia
esta naturaleza desconocida.
Hace 3 meses
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