sábado, 30 de octubre de 2010

En las noches, el chucho azúl volvía cansado de tanto andar. Se echaba a mis pies y me contaba de su vida callejera en la ciudad. Hablaba de las almas, de leyendas, de bolos en las esquinas. Una vez me habló de ella, cuando la vio por primera vez, de madrugada, de blanco, suspirando en mi puerta. Le pregunté el nombre, pero se quedó dormido. Parecía estar hipnotizado por haberla recordado, o talvez por tanto andar sin dueño. Yo me quedé pensando en ella...

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