martes, 12 de octubre de 2010

Viento, eres tibio hasta que evaporas las gotas sobre mi piel, entonces me quemas con azufre y con tus chispas naranja. Aún trato de guardar el equilibrio sobre este río de piedra, iluminado por la luz de la luna y las brasas ardientes, entonces volteo con esperanza, sueño despierto, te veo venir entre las sombras y cuando tomo tu mano, me hundo en la lava hasta el fondo para arder junto a mi propia estupidez. La visión se repite una y otra vez, el dolor es tan real que me confunde, pero así es como voy quedando libre y purificado en mi propio volcán.

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