Desde un tiempo para acá me disuelvo como el humo de incienzo,
la maraña arcoiris de hojas se apoderó de mi cuerpo,
hizo en mi alma una enredadera donde los pájaros hacen su nido,
me volví animal y árbol, nahual y humano.
Hoy soy el árbol que ha estado desde siempre, el que atrae los rayos,
mañana seré la fiera que duerme de día.
Arraigado a la ficción y sin moverme te encontré, sóla, viéndome,
buscándo explicaciones donde ya no hay palabras.
Tengo ganas de darte mi sombra y una de mis ramas para hacerte un columpio, así vas a estar cerca y podré contemplarte aún en las noches sin luna, sólo te pido que con fuerza me escribas tu nombre con un cuchillo.
Hace 2 meses
2 comentarios:
Me gusta!
Que hermoso! Me encantó la imagen del columpio y lo de dejarte grabado el nombre en tu corteza... muy simbolico.
Un saludo, poeta.
Ais.
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