jueves, 26 de mayo de 2011

Lloras porque ya no tienes lágrimas, lloras porque tus motivos echaron ancla.

Suspiras porque tus palabras se estrellaron en la misma muralla, porque tus sollozos permanecen en la almohada mientras las sombras siguen ahogándose en tu habitación.

Sueñas con hechos descompuestos a tu favor, con labios húmedos que desean tu cuello en silencio, y con una historia diferente que se mete por tus poros para llegarte al alma.

Recuerdas las horas que debieron congelarse en el tiempo, los hechos que un día te llenaron de vida, recuerdas aquella mirada fija y las pausas benditas en la conversación, mientras la tormenta se desnudaba sin verguenza frente a nosotros.

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