lunes, 23 de mayo de 2011

Entre los escombros de nosotros mismos, entre tantas historias marchitas, florece impune una idea vaga que empieza a hechar raíz en la indiferencia. Se alimenta de nuestra sangre burlada y empieza a vivir saboreando nuestros múltiples dolores irrelevantes. Esa idea aprende a disfrutar los sollozos del viento, al ver nuestras intenciones inertes de levantarnos. Esa idea nos levanta a la fuerza, esa idea que surge de pronto del pozo profundo y nos arrastra a respirar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y aunque los pies descalzos en pasos, sean espinas internas. Aunque el frío hiele la piel seca que abraza y se quiebra… esa idea… dolorosamente sangrante en la palabra mutada, libera.

Beso.