Aún entre la bola de polvo, pelos y aullidos de aquella terrible pelea,
el gato salvaje logró clavarle las garras y morderle la cola,
y a su vez, la perrita le mordío la pata y le arranco varios bigotes.
Cuando terminó todo y estuvieron lo suficientemente adoloridos,
se quedaron cada uno pensando por largo rato en el por qué de su lucha,
y no encontraron otra explicación
más que los malentendidos causados por las barreras del idioma.
Hace 2 meses
2 comentarios:
Me gusta tus pinceladas...
Jajaj... muy bueno, muy bueno.
Como entre hombres y mujeres, grandes peleas, nadie sale ileso... cada quien habla en su idioma.
Me gusto. Saludos.
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