Había pasado por miles de manos, por cientos de bolsillos y por decenas de cajas registradoras,
había estado sumergida por meses en una fuente de deseos, estuvo durmiendo por años en una alcancía, estuvo olvidada en el interior de una bombonera mecánica y hasta estuvo oculta en el fondo de un sillón. Había sido perdida, había sido regalada, tirada, olvidada y cambiada por cualquier cosa que su existencia pudiera comprar. Los años pasaron y el tiempo le enseñó que no importa que tantas cosas malas haya tenido que sufrir, porque después de todo ella seguía siendo la misma moneda que al principio, y nunca, nunca en la vida perdería su valor.
Hace 3 meses
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