En algún lugar quedó la realidad que nos tocaba. No es nuestra culpa que se nos ponga el pecho tan negro por la nostalgia venenosa que nos posee cada vez que imaginamos hacia atrás.
Se nos escapan los recuerdos volátiles al cabo de cada suspiro inútil,
respiramos estáticos como si un cantil nos besara los pies, vivimos quietos como si la ropa fuera una cubierta de espinas y sin parecerlo, estamos meditabundos en esta era de olvido, recibiendo el viento como si viniera drogado a desplomarse en nuestro interior.
Hace 3 meses
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