jueves, 23 de junio de 2011

La moraleja de las historias inconclusas, radica en entender las imperfecciones y debilidades de sus protagonistas, para así poder desengañarse sobre cualquier sincronía inexistente de pensamientos, reacciones y estados de ánimo, y que entonces podamos apreciar la verdad miserable que salta de página en página tratando de postergar su irreversible final.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si tú lo dices, así es!

Anónimo dijo...

El problema es seguir adelante y nunca concluir nada... muchas historias inconclusas, muchos corazones rotos y nuevas ilusiones que duran lo que dura el invierno.
El vivir con una o dos o tres historias inconclusas te deja con un monton de poemas parecidos sin dedicatoria... o con dedicatoria general.
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