Nunca dejé la carta, de todas formas jamás hubiese pasado por debajo de la puerta. La conservé por un tiempo y justo cuando el tiempo se había vuelto incontable, la dejé ir, quemé el papel
y guardé muy bien las palabras. De un tiempo para acá las palabras han escapado una a una, se han ido buscando su lugar, un papel que ya no existe.
Hace 2 meses
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