martes, 5 de abril de 2011

La avenida desierta, con rastros de risas, sigue siendo la misma. El calor, los pasos lejanos, las bocinas, las miradas distantes. El aire que se lleva las historias del día, los sueños que nos guiñan el ojo. Los descorazonados, solos como siempre en las bancas del parque, el sol que se oculta y la noche se aprovecha para consolarlos.

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