Otro Octubre
Apareció en las gradas frente a la puerta, sin hacer ruido.
Lo noté por el siseo del viento.
Al abrir y verlo, le dejé entrar.
Ambos nos conocemos bien.
Entró en silencio, curioso, no dejaba de ver a su alrededor a pesar de conocerlo todo.
Le ofrecí un café, fuerte como yo lo tomo.
Le dije como decimos los hombres sin tanto decir, que le extrañaba.
Me sonrió, su mirada me dibujaba un hogar sin ser un hogar.
Su olor, el de siempre, el de todos los años, ese olor a época a la que nos queremos aferrar.
Hacía frío, el viento y algunas hojas secas habían venido con él.
Era otro octubre.
Le invité a quedarse todo el mes.
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