martes, 1 de diciembre de 2015

Fue un ayer borroso,
confuso más bien,
lo veo bajo esa tenue luz,
típica del recuerdo
que hace al pasado
un poco más intenso.
El brillo en los ojos,
ese especial brillo,
me rehuso a aceptar
que sólo es el reflejo 
de la luz. 

El tratar de entender el ayer 
no sirve para borrar
el proceso.

El tiempo no borra
la cercanía, el aliento,
el beso, la lengua dulce,
y la irremediable caída
hacia el vacío profundo
de los ojos.
Recordamos procesos.
No hay tiempo que se pueda
llevar lo que se construyó
para ser eterno.
Cómo algo tan efímero, tan lejano,
puede durar para siempre.
Hoy sé que el ayer
es en realidad
nuestra chica inconquistable.
La chica de ayer.



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