viernes, 6 de enero de 2012

Horas que se convierten en años,
años sin reacción,
reacciones como el sereno,
que se evaporan al viento.

Es dueño de su conciencia y corazón,
pero nunca de su cuerpo y de su orgullo,
el viento sopla solo, al gusto de su luna
y hace que la simple arena toque el cielo.

Guiña el ojo a la historia, le da la espalda
y se conforma con no ser dueño de nada,
más que de su propio ímpetu.

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