También se puede decirle adiós
a lo que nunca se despidió.
Usted y yo somos distintos.
Usted no sabe lo que quiere, ni yo tampoco.
Usted ha tenido una vida enredada, y yo también.
Usted no tiene paciencia, y yo tampoco.
Usted cree que este mundo está mal, y yo también.
Aún así hay algo en esa mirada.
Me inquieta la historia que cuentan sus ojos.
Usted es distinto a mí, puedo sentirlo.
Quédese de su lado del espejo.
Otro Octubre
Apareció en las gradas frente a la puerta, sin hacer ruido.
Lo noté por el siseo del viento.
Al abrir y verlo, le dejé entrar.
Ambos nos conocemos bien.
Entró en silencio, curioso, no dejaba de ver a su alrededor a pesar de conocerlo todo.
Le ofrecí un café, fuerte como yo lo tomo.
Le dije como decimos los hombres sin tanto decir, que le extrañaba.
Me sonrió, su mirada me dibujaba un hogar sin ser un hogar.
Su olor, el de siempre, el de todos los años, ese olor a época a la que nos queremos aferrar.
Hacía frío, el viento y algunas hojas secas habían venido con él.
Era otro octubre.
Le invité a quedarse todo el mes.
La derrota en carne viva,
el fracaso con nombre y apellido,
un camino hacia ninguna parte,
una caída anticipada,
un sueño que no se logró nunca,
un incendio que a nadie le importa,
esa penumbra que crece a todas luces,
un blanco al que todos le apuntan,
una decisión convertida en refrán,
una veta de penas,
una mina de errores,
la construcción de todo lo irrelevante,
y un dolor que gana intereses.
El cuento que no se deja escribir
Era el cuarto intento en la semana, una vez más,
se me encendían esas ganas de despegármelo de la mente, del corazón tal vez, y de dejarlo de una buena vez pegado en un papel, dónde debía estar. Un cuento corto, una breve historia que por una u otra razón no había podido escribir por temas de pura concentración.
Es la metáfora del cazador cazado, el tipo que sale
de casa a conquistar el mundo, que se las sabe todas, cuándo de pronto... toc toc toc. Mierda, ahora quién me estará tocando la puerta. El recibo de la luz se desliza bajo la puerta. Intuyo que la cuenta no pasará de los doscientos, este mes sólo he usado la luz de mi habitación y la energía del calentador, no he tenido visitas, ni fiestecitas, ni he encendido la televisión. Todo es dinero en este puto mundo, en fin. Luego recojo el recibo, que se quede allí tirado.
Cómo les decía, el cuento se basa en la típica
metáfora del cazador cazado, no es nada nuevo, pero la magia está en conocer la interioridad y la ingenua dulzura de la victi...toc toc toc. A la gran puta, no hay paz viviendo aquí.
[Toc Toc Toc]
¿Sí? ¿Quién?
-Perdone Señor, me equivoqué de recibo y le puse
bajo la puerta el equivocado, sería tan amable de devolvérmelo.
[Se abre el cerrojo]
Tome, aquí está, deme el mío.
-Disculpe usted, este es su recibo correcto.
Gracias... ¿Qué? ¿cuatrocientos? ¿cómo que cuatrocientos?
¡pero si no he usado la luz casi nada!
-Disculpe Señor, yo sólo reparto los recibos, si tiene alguna
inconformidad lo invito a comunicarse con la empresa del servicio eléctrico, ahí abajo está el número.
[Exhala]
Pienso para mis adentros, "Al diablo el cuento, lo escribo después,
ahora es más importante ir a solventar este exceso de cobro". |