También se puede decirle adiós
a lo que nunca se despidió.
Nos gusta dormir con lluvia
porque el sonido de fuera
ensordece el ruido de adentro.
Hay que tomarse el tiempo
para escuchar el aguacero,
siempre tiene algo qué decir.
A veces vuelvo a la memoria y visito conversaciones,
las reviso y las escucho lejanas,
sordas,
como espectador sin voz,
al que le ebullen en el pecho los argumentos.
Algo me tuvo que haber pasado antes de mí,
soy el daño colateral de no sé qué.