lunes, 29 de noviembre de 2010

Aún teniendo la sangre amarga,
las hormigas me cubrieron todo el cuerpo,
me quitaron el frío que me envolvía.
Ninguna cubrío el jaguar, las ramas o el nahual,
esa tinta negra quedó libre de hormigas.
Que fácil me tenían a su merced,
desnudo sobre la tierra volcánica,
al picarme me habrían asfixiado,
pero sólo me cubrieron del frío
en esas largas horas nocturnas
de pensamientos contrariados,
de penas asonzadas con hierbas medicinales,
de inútiles palabras en silencio,
de ecos espectrales olvidados,
de gritos mudos solanos,
de amalgamas de lágrimas y furia,
de muslos tibios y ojos perdidos,
de sueños a la fuerza y sin sentido,
de espasmos fríos y tiranos,
de recuerdos como la fiebre,
que bajan y suben entre alucinaciones,
que se arraigan como lunares de tiempo.
Por la mañana, las hormigas me dejaron,
regresaron al hormiguero y le cedieron su turno al sol.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Me estás llamando desde ese país,
hipnotizándome con ondas profundas,
con hechizos que llegan por bluetooth,
la voz se cuela entre la enredadera de mi espalda,
mis dos pares de ojos te han seguido siempre,
cuento los astros, cuento cada letra,
hasta sentir tus manos otra vez sobre mi.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Nosotros,
el tiempo,
las cartas,
la vida,
los deseos.
Que mezcla
tan jodida,
tan buena,
tan mágica,
tan absurda.
Sentidos embrujados,
caminos invisibles,
me entrego,
una y otra vez,
en pensamiento,
con voluntad también embrujada,
a un alma color cocoa,
un cuerpo por nido,
un oasis de piel,
mi cama eterna.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Justo antes de cerrar los ojos
me lleva la correntada de voces,
me pierdo entre miedos pegajosos,
con las rodillas ensangrentadas,
con las ansias sin remedio,
con mis espinas envenenadas,
con palmadas de santos,
con insultos comunes,
con sed de cosechas,
con calambres de amor,
con ideas de libertad crónica,
con ojos de pájaro,
esperando por bajarme la piel si pena,
esperando los segundos robados,
esperando tu cama tendida,
esperando tu pecho desnudo,
para entregarme acaramelado
en mi propia hemorragia.
Con cachetes rojos,
con desprecio en los ojos,
con la boca sin candado,
con la esperanza violada,
con mariposas ya sin alas,
con brazas en los párpados,
con pedradas en la cara,
con deseos desesperados,
pero sin cuerpo para saciarlos.

martes, 23 de noviembre de 2010

Con la piel erizada renuncio a la dignidad de perro,
me arrastro para besarte los pies,
paso mi lengua por tus tobillos de piedra,
pero me dejas en la calle cubriéndome con mis afanes viejos,
me expulsas de tu sangre con mil frases gastadas,
con mis sueños de rostros perdidos,
con mis ojos de llovizna incezante,
con mis días oxidados de aliento vacío,
con mi fe sin fundamentos,
con mis ganas sin consuelo.
En tus horas malditas me rajas la lengua,
me escupes con sabor de tinto tibio,
con tu mirada de fuego,
con esas erupciones de decibeles a borbotones,
con aplausos de muertos,
con furia iracunda,
con penas prestadas,
con maldiciones modernas,
con saltos de tiempo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Santas dudas que le suben la falda a cualquier dama,
horas de sal y limón bajo la sombra de una ceiba,
son dudas que no me dejan volar ni prestar un par de alas.
Quisiera ser como un zanate, que grazna impune,
que se baña en los charcos y se larga cuando quiere.
Ahora que el año está empezando a morir, yo estoy naciendo.
Ahora que esta temporada termina, yo comienzo.
Siento que mi corazón está en un lavadero público,
siendo restregado en una piedra con jabón barato,
mientras mi vida aún está en remojo entre algún valde de latón oxidado. Ya no quiero ninguna mano sobre mí, ya no quiero que me expriman, ya no quiero ese lazo distante.
No hay mucha diferencia entre el ardor y el dolor,
después de todo, la fe se parece también un poco a la esperanza,
el odio se parece al amor, los gritos a la risa, el temor a los rezos,
y el adiós al sí.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Me metieron en el pecho un manojo de frases hechas de ocote,
pronto empezaron a agarrar fuego aún estando tan húmedas con mi sangre revuelta y ajetreada.
Extraño eso que no tuve,
extraño el sereno que moja las penas y las ablanda,
a los espantos bailando abrazados frente al zaguán,
la sabia del árbol donde me escondí,
el humo,
la cama,
los segundos antes de despegarnos,
las marcas en la piel.
Tengo una ilusión que se coce como el pepián en este corazón de barro. Y tu voz le sigue hechando leña al fuego.
Regalé el pellejo,
me quedé sin sol,
me quedé sin ese gallo
que me hacía taparme
los oídos de madrugada.
Arde la carne ensangrentada,
pero de eso se trata vivir,
de aprender a morir
despertando.
Las formas de las sombras cambian como las sensaciones de un corazón bien jodido. Que estalla, que espera, que llora, que se queda jodido.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Dedicación de Rosa Chávez en su libro Quitapenas:
"Guatemala de la Soledad 2010.
Para vos Jonathan, que tus penas
se vuelvan sangre dulce" www.santatirana.blogspot.com
Que el fuego nunca nos alcance,
que nuestras semillas sean nubes eternas.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Bunbury cantaba suave en las bocinas de mi carro "aspira fuerte el napalm que sabe a victoria, en Apocalipsis now" mientras el humo inhundaba las páginas de mi propia consciencia, haciéndolas borrosas, volviéndolas ilegibles, adormeciéndoles la vida y traspapelándolas. Los luceros titilaban acalambrados sobre la escena en cámara lenta. El inframundo me aplaudía, pero al mismo tiempo temía hasta de las huellas de atrás, y de los pasos que no tomarían el mismo camino. No había nada más que hacer, todo quedó escrito en el aire con tinta de humo. En esos segundos volátiles, me dí cuenta que de bueno sólo tengo la existencia, y que no estoy hecho para este mundo, el mio desapareció hace mucho, consumido por la deforestación espiritual. Sólo me queda seguir mi rehabilitación para superar la degeneración mental causada por el miedo, y poder superar la persistente atrofia sentimental y social que me esclaviza.

martes, 16 de noviembre de 2010

Escondieron una trampa en mi camino,
pusieron una bomba en mi colchón,
vertieron un mortífero veneno en mi copa,
y lanzaron una maldición a mis espaldas.

Trataron de decapitar la felicidad que no existía,
trataron de quemar la esperanza hecha ya cenizas,
y así, entre tanto plan malévolo, no repararon nunca
en que la forma más fácil de ser engañados
es creerse más listo que los demás,
porque para todo buen plan,
existe un mejor plan.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Hoy resultó ser como el ayer que siempre imaginé.
Estoy viviendo este presente tan parecido a algo que ya viví,
con este sentimiento tan raro, que me pide con esperanza
que el mañana tenga el sabor del ayer.
Sólo quiero llegar con paz a esa cabaña de madera,
para acostarme sin dejar un ojo en vela.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Las moscas pasan zumbando, llevan prisa. El viento las lleva y marca su camino. Una de ellas trata de resistir su propio rumbo, trata no ser mosca, se atreve a pensar. Toma una dirección distinta, pero se estrella en el vidrio de un bus lleno de religiosos eufóricos de fe.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Seguía atacando,
pero no reparó
en que los muertos
no sienten.
Perdió su tiempo,
nadie le contestó
con violencia.
Apretaba con fuerza y empujaba violentamente el cuchillo,
la punta plateada había desaparecido ya en mi piel.

Mis músculos agotados aún evitaban a medias todo el metal,
pero ya había un aguacero de goterones rojos escribiendo
una última historia sobre el concreto.

Sus brazos fríos y oscuros estaban venciéndome
con mi propia fuerza encarnada en la silueta de mi cuerpo.

Yo seguía resistiendo, seguía deseando poder vencerme a mi mismo,
pero ya estaba perdiendo.

Mi sombra había decidio acabar conmigo, y lo estaba logrando
segundo a segundo.

martes, 9 de noviembre de 2010

Me ladraba mucho y me asustaba,
pero la necesidad de entrar era más fuerte que mi precaución.
Salté el portón. No sabía que ya no era necesario hacerlo.
Cuando me mordió la pierna, no sentí dolor, no sentí sus dientes.
El tampoco sintió mi carne, no sintió mi sangre. Se quedó aullando.
Tampoco yo sabía que me había convertido en fantasma.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Como un espejo me ha seguido
y no puedo cerrar los párpados.
No había puente para cruzar,
pero aún así continué.
Maldita sea, no le temo a este abismo,
sino a lo que encuentre allá abajo.

viernes, 5 de noviembre de 2010

La luna me aplaudió tanto,
que se le pusieron rojas las manos.
Tan rojas como las mejillas del sol
cuando la vió por primera vez.
Después de esa noche, nunca volví
a cantar para nadie.

jueves, 4 de noviembre de 2010

En pocos minutos mis dedos tenían
casi el mismo sabor de las uvas.

Húmedos y dulces.

Perdí la cuenta de cuantas pelé y comí.

Nunca había visto una lluvia de uvas,
pero no fue eso lo que me impresionó.

Lo que había embrujado mi atención,
era ver tanto vino corriendo por las calles
directo a los tragantes.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Aunque yo haya cambiado tanto,
las nubes me siguen viendo igual.
Sus ojos me siguen por toda la ciudad.

Yo les devuelvo la mirada,
nos decimos lo mismo de siempre.
Aunque no las reconozca por nombre,
puedo distinguir sus voces con facilidad.

Me acuesto en la grama
y le doy su turno a la tierra.
Me revuelco suavemente,
como perro feliz.
Alguién le sacó la válvula al sol,
se vé que se está desinflando.

Ya no me broncea tanto,
ya no se siente tan cálido.

Verlo de frente ya no lastima,
no parece ser el sol de ayer.

Ojalá cuando caiga la noche,
todos soplemos juntos para volverlo a la vida.

martes, 2 de noviembre de 2010

Allí cerca estás, a un paso,
un paso tan distante,
centímetros inalcanzables.

Doy mi vida por este momento,
aquí estoy, esperando por tu mirada,
pero no quieres tomar mi mano.

Talvez el tiempo ya le esté construyendo
un epitafio a este sentimiento tan vivo
que me está matando.
En una de tantas veces de escucharla, empecé a creer en la leyenda.
Empecé a sentir que yo mismo la había vivido, que la había visto.
Poco a poco mi mente empezó a botar las dudas y la lógica,
traspasé el ridículo, los miedos y las diferencias.
No tardé en sentir como el misterio se unificaba con mi forma
de pensar. Así fué como se encarnó toda esa enciclopedia
invisible dentro de mi. Allí, más que nunca, la leyenda cobró
vida, dentro de mi cuerpo. Mi vista pudo recorrer la vida
dando saltos entre épocas y años. Esta es una de tantas veces que la recuerdo, flotante, sabia, con voz de santa y una presencia tan bella y vibrante, que hasta los perros aullaban por su caricia.