sábado, 30 de octubre de 2010

En las noches, el chucho azúl volvía cansado de tanto andar. Se echaba a mis pies y me contaba de su vida callejera en la ciudad. Hablaba de las almas, de leyendas, de bolos en las esquinas. Una vez me habló de ella, cuando la vio por primera vez, de madrugada, de blanco, suspirando en mi puerta. Le pregunté el nombre, pero se quedó dormido. Parecía estar hipnotizado por haberla recordado, o talvez por tanto andar sin dueño. Yo me quedé pensando en ella...

viernes, 29 de octubre de 2010

El perro azúl me seguía contando el chisme inagotable.
Quería fingir que no lo sabía, pero dicen que los chuchos
ven hasta las ánimas, así que admití saberlo.

Sin aviso, ella entró a la plática,
fría, flotando y con una sonrisa,
se sentó sin invitación viéndonos de frente
y nos cubrió con otra versión de los hechos.

Tuvimos que asentir sin creerlo de verdad.
Nos dejó pensando en su historia
y en su olor a tabaco con incienzo.

Así nos quedamos el chucho y yo,
así se quedó la noche, en calma,
con las palomillas volando en el foco del poste,
recordando un cuento diferente.

Será otra cosa más en que pensar.

jueves, 28 de octubre de 2010

Atrás viene,
desenfrenada,
violenta,
casi toca mi espalda,
me apresuro,
se tropieza y cae,
volteo y le guiño el ojo,
continúo veloz,
la amargura
queda tendida,
cada vez más lejos,
cada vez más atrás.
El mensaje aún no llega al teléfono,
se quedó perdido en el aire,
y yo, añorando recibirlo.

Cortado y a medias,
con indiferencia en su construcción,
con un anzuelo hecho de esperanza.

Viene despacio, el texto se tarda,
flotando a la vuelta de la esquina
con un significado metamorfo.

La espera se parece al tiempo que tardo
en aceptar esta ley extraña que me condena,
lo que de verdad amo no lo puedo tener.

La veo viéndome,
y cuando las miradas se cruzan,
a pesar de las chispas y el calambre abdominal,
sé que sólo es mi imaginación,
me doy cuenta que será un mensaje
que no llegará jamás.

martes, 26 de octubre de 2010

Malditamente emborrachado de estrés salí buscando una salida, una salida que se encontraba allá afuera, por algún lugar perdido entre los barrios de leyendas, entre los bosques de pinos, entre la basura incluso.

Los rótulos luminosos, los ladridos de los chuchos y la fé que salía huyendo con patas de pollo en cada esquina. Su voz atrás de mí, como si fuera la sombra de la siguanaba, como si fuera un espanto buscando su fin.

Amordazado con cartas electrónicas escritas con diferentes sentimientos, con la estúpida charla de un taxista homosexual, con el humo metiéndose por la ventana, con un destino parecido a los botes de reciclaje.

Bailoteando entre zopilotes, quejándome en silencio, repudiando la consiencia infernal de estos gobernantes, como sea, llegué a ti, aún después de perderme en esta ciudad de mierda por más de treinta y dos años.
Purifícame, tómame sin miedo, corta estas racíces,
que del veneno que soporté ya no queda casi nada.
En las manos me queda sólo un poco de lodo hecho de cenizas con bilis,
en el rostro, residuos de escombros humeantes de tus gritos sin voz,
y también unos ojos tristes, típicos de aquellos días de brazas sobre mi espalda,
aquellos días de golpes en el concreto agrietado,
recuerdos añejados como vino con gasolina,
quemándome químicamente las entrañas con cada sorbo.

Decenas de ojos se apresuran a investigarnos entre las sombras,
y no hay lengua que no crea tener razón sobre lo que es injusto,
sobre la vileza de momentos que nunca existieron,
sobre un espejo que sólo refleja el rostro de quién lo critíca,
especialmente cuando toman la palabra para hacerse
un poco más idiotas a sí mismos, opinando de una tormenta
cuando en realidad no saben ni lo que es mojarse.

Las horas se van acortando y alargando según la crepitación
de esta hoguera que también arde en cuerpos ajenos,
pero aunque se disipa por ciclos inciertos,
la sensación de quemarse queda y está tan arraigada a mi piel,
que por momentos soy negro como el carbón
y a veces rojo como café maduro.

Así, entre tanta desgracia impertinente, tu victoria parece plena y constante,
pero el cielo sabe que tus intenciones son efímeras,
porque aunque mi presente esté hecho de razones descuidadas,
la realidad de ambos es latente, delirante y ardiente.

Sé también que estoy destinado a levantarme, del polvo o del mismo fuego,
no importando si eres la ilusa pulga que me pintó el cuerpo, la estrella fugaz que cae,
o el amor olvidado de un destino entregado en bandeja de plata a un ciego,
pero lo digo porque las consecuencias quedan, la tinta y los hechos quedan,
por eso, prometo tratar de aullar en las noches, aún cuando ya no tenga aliento
y a nadie para escucharme.

lunes, 25 de octubre de 2010

Me acuerdo de esa vez que pensé que estaba de cabeza.
Hoy se que el que está al revés es el mundo y no yo.
Bizarro y espectral tu recuerdo,
viene como sombra de nube,
latiguéandome impune,
por todas esas veces
que tuve que haberte pedido perdón
y no lo hice,
por todas esas veces que tuve
que haberte gritado y no lo hice.

Hoy no sé donde estás,
pero es de intuir que tu ciclo iracundo
y solapado continúa creciendo
por etapas, promesas y nombres,
entre cuerpos con virtudes, razones
y defectos distintos a los mios,
encarnados en alguna similitud
de tu pasado disfrazado.

Tanto polvo blanco deformó tu capacidad
de hablar sin miedos y con la verdad,
por eso es que aquí y allá el sol
ya no alumbra tanto,
las voces se han ido desgastando
hasta escuchar solo los goterones
que se estrellan en estos papeles aún sin tinta.

Entonces la puerta es cerrada violentamente
por el viento de un aplauso lejano,
su fuerza entra por las ventanas,
y apaga las velas a propósito
para que ya no se vea ni tu sombra.

El eco de tus excusas lagrimeantes
desapareció hasta el punto de sentirme en paz,
una paz extraña. La violencia me hizo el favor
de machacar toda esperanza estupida,
y bloquear todo camino abierto hacia mi fin.

Me he estado acordando de tus juramentos por Dios,
y siento que algo en mi está empezando a cambiar,
vertiginosamente, estrepitósamente,
volviéndome un párrafo ilegible más de la historia
indiferente de estos días.

En medio de este ambiente tan solano y volátil,
oigo voces que me dicen que soy el director de una orquesta
de miedos, con músicos de sobra y dos órganos sin compaz,
uno mi corazón y el otro el hígado a flor de piel,
uno palpita sin ritmo, y el otro, el que aguanta el alcohol
que me hace olvidar, piensa mejor y más
claramente en los segundos que no soy yo.

En síntesis, si pudiera escapar, no lo haría,
no sé si es masoquismo, o simplemente es el hecho
de haberme comprometido en vano con la vida,
pero me quedo aquí, lavando mis penas
con el jabón barato de estas letras sin importancia.

jueves, 21 de octubre de 2010

Irreversible e irreparable,

el camino se deshizo,

pero todavía sé como llevarte a la salida.

Cuando estés fuera de mí,

grita con fuerza mi nombre,

así asustarás a los demonios

y te librarás de ellos.

Siento que fuí un mounstro sin libertad,
custodiando una puerta sin candados, esclavizando momentos ajenos.
Hoy escribo palabras de árbol y de animal
mientras vuelven a crecer mis alas de pájaro jaguar.
Otra explicación de estas
y voy a terminar volviéndome cuerdo,
porque entre tanta locura
ya no se puede pedir más lógica.

¿Te lo digo otra vez?,
me haces daño aún con tus buenas intenciones egoistas,
¿no te diste cuenta que sucedió?
amarraste a mis pies una piedra de santos engaños
y me ahogaste entre tabaco y ron.

Mis sentidos se hundieron hasta el cansancio
en el pozo de esa razón tuya
que tanto quizo encajar en mí ser con dulce violencia,
y por más que nos esmeramos en no ser idiotas,
hoy estamos aquí,
yo muerto y tú buscándome.
Mi alma estuvo vomitando,
vomitó palabras, desencantos y estupideces.
Entre todo lo que expulsé, saliste tú,
con esa sombría mirada de odio
típica de tus explicaciones sin razón,
típica de ojos de tarde con rabia,
llena de silencios perdidos,
solemnes y asqueantes.

martes, 19 de octubre de 2010

Espectral,
iracunda hasta el olvido,
se derrite por las noches,
vuelve atrás y me libera,
está hecha de locura indescifrable,
pero ¿acaso hay locura descifrable?
¿acaso brilla el firmamento sin estrellas?
sólo la luna tiene la respuesta,
por el momento te lo pido de corazón,
madrugada, déjame vivir en paz,
suéltame hasta que me pierda por completo.

lunes, 18 de octubre de 2010

Sola,
jurando sobre el futuro,
diluyendo los miedos,
diáfana ante mi,
suave y deliciosa,
con voz áspera
hablando sobre
el dolor,
construyendo
un atardecer
venidero.
Despertado a la fuerza en este futuro tanto baticinado,
tanto pensado previamente,
recordando que no era yo el antagonista profano,
inadvertido, tratando de creerme a mi mismo,
doblegado por la incertidumbre de tantas vanalidades,
pensamientos tan vanos que a veces los empiezo a sentir fundamentales,
pero ante todo estoy yo, aquí, siendo lo que no era,
pensando encaprichádamente en lo que no quiero,
en lo que no soy capaz de cambiar.

viernes, 15 de octubre de 2010

Certero,
silencioso,
sus ojos la siguen,
inmóvil la observa,
se acerca como una sombra viviente,
sus músculos se tensan,
se lanza,
la toma,
la devora,
la vuelve a la vida
y nadie escucha nada.

jueves, 14 de octubre de 2010

La transformación se revirtió a tal punto
que logró cambiarle la vida esa misma noche de luna llena,
el árbol se volvió animal,
pero cuando se separaban en las mañanas,
él se convertía otra vez en árbol,
cambiando sus manchas negro amarillas
por su corteza de madera,
arraigándose a la tierra
en donde estuviese echado.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Instinto

Hoy vine de madrugada,
justo cuando la luna cierra los ojos
y el sol aún no se levanta.

No moví ni una sola hoja seca,
no dejé huellas sobre la tierra tibia,
tampoco dejé mi estela de melancolía
por el camino.

Fuí guiado por la brújula
de tu olor, tu luz iluminó
mi sendero estrecho
y tus voz atrajo mis pasos
hasta la penumbra
de tu faz ineludible.

Tus manos, esas manos
que pensé que había
abandonado en algún lugar,
estaban allí, pero de otro color.

Me dejé hipnotizar
por tu sinceridad cruda
inyectada directamente
en mis venas.

Mañana aquí estaré,
esperando lo mismo,
tomando este camino
a la hora de siempre,
observando la esencia
de las sombras con mi vista
de gato de monte,
relamiéndome por escuchar
tu nombre una vez más.

martes, 12 de octubre de 2010

Viento, eres tibio hasta que evaporas las gotas sobre mi piel, entonces me quemas con azufre y con tus chispas naranja. Aún trato de guardar el equilibrio sobre este río de piedra, iluminado por la luz de la luna y las brasas ardientes, entonces volteo con esperanza, sueño despierto, te veo venir entre las sombras y cuando tomo tu mano, me hundo en la lava hasta el fondo para arder junto a mi propia estupidez. La visión se repite una y otra vez, el dolor es tan real que me confunde, pero así es como voy quedando libre y purificado en mi propio volcán.

lunes, 11 de octubre de 2010

Estaba pensando en tu sabor, en la sazón de tu mirada,
en las caricias como entrada y en nuestras conversaciones como plato fuerte. Creo que vale la pena morir de indigestión.

jueves, 7 de octubre de 2010

Animarbol

Desde un tiempo para acá me disuelvo como el humo de incienzo,
la maraña arcoiris de hojas se apoderó de mi cuerpo,
hizo en mi alma una enredadera donde los pájaros hacen su nido,
me volví animal y árbol, nahual y humano.

Hoy soy el árbol que ha estado desde siempre, el que atrae los rayos,
mañana seré la fiera que duerme de día.

Arraigado a la ficción y sin moverme te encontré, sóla, viéndome,
buscándo explicaciones donde ya no hay palabras.

Tengo ganas de darte mi sombra y una de mis ramas para hacerte un columpio, así vas a estar cerca y podré contemplarte aún en las noches sin luna, sólo te pido que con fuerza me escribas tu nombre con un cuchillo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Me hice un helado de recuerdos,
mezclé chocolate oscuro y helado de vainilla,
le puse algo de las conservas de mis historias,
fuerza de voluntad y leche condensada,
pero no le puse ninguna guinda,
esta vez, sólo lo adorné con crema batida
y mis manías incorregibles.

lunes, 4 de octubre de 2010

Ahora que volviste

Quisiera una llave para graduar mi tiempo con el tuyo,
porque siempre vivo a contramano con mis sueños.

Cuando estoy listo, tu tiempo aún no llega,
y cuando piensas en mi, estoy durmiendo sobre una nube.

Ahora que volviste déjame tomar tu mano para dibujarte un sol,
uno tan cálido como para broncearte como siempre imaginaste.
Hoy aquí, viéndome en el reflejo de tus ojos,
olvidándome a la fuerza de toda esa marea de palabras,
desnudándome frente a tu recuerdo en silencio,
entregándome intacto.

viernes, 1 de octubre de 2010

Nunca en la vida había sentido esta mierda,
perdón por lo de "nunca", no era mi intención ofender,
pero siento que me prendieron fuego por dentro.
El humo no me ha dejado ver ni respirar,
no sabía que uno podía arder tanto.
El agua que había guardado para este día se acabó hace mucho,
me la estuve tomando poco a poco
con cada fallida amenaza de incendio.
Ya que esto no se apaga y en vista de que no hay extinguidores
voy a sentarme a contemplar como la imaginación se me vuelve cenizas.